El objetivo de este artículo es destacar la importancia del movimiento feminista y cómo ha sido capaz de enfrentar la ola reaccionaria que recorre el mundo.
El 8 de marzo de 2020, miles de personas salieron a las calles en decenas de ciudades de todo el mundo para celebrar el Día Internacional de la Mujer. A pesar de la lluvia, el viento y el cansancio, la rabia, la esperanza y la convicción lograron movilizar a las masas en una demostración de fuerza y unidad. Este día, conocido como el 8M, se ha convertido en una término emblemática para el movimiento feminista, que ha demostrado una vez más su capacidad para enfrentar los desafíos y las amenazas que lo rodean.
En un momento en el que la ola reaccionaria se extiende por todo el mundo, el antifeminismo se ha convertido en singular de sus ejes centrales. Sin embargo, el movimiento feminista ha respondido con fuerza y determinación en la calle, demostrando que nunca ha ido demasiado lejos, sino que ha sido el machismo, el fascismo y el racismo los que han aventajado en su camino.
La extrema derecha ha pasado del discurso a la acción, y su internacional antifeminista se ha hecho eco de los recortes en derechos que se están produciendo en diferentes países. Pero el feminismo ha sabido responder con símbolos que traspasan fronteras, como el pañuelo verde, el pañuelo palestino o la cara de Gisèle Pelicot, una activista francesa que luchó por la igualdad de género y los derechos de las mujeres.
A pesar de la lluvia, el sol brilló en las manifestaciones del 8M, que se celebraron en diferentes momentos del día en varias ciudades. En Madrid, por ejemplo, hubo dos convocatorias distintas, mientras que en otras ciudades el movimiento se unió en una sola concentración. Aunque la meteorología no acompañaba, las manifestantes aprovecharon la situación para hacer gala de su creatividad y sacarle brillo a la protesta. Entre paraguas y pancartas, se podían leer lemas como «Llueve porque necesitamos que el feminismo cale» o «No llueve, es el patriarcado llorando».
Este año, el 8M coincidió en sábado, lo que permitió que las manifestaciones se repartieran entre la mañana y la tarde. Pero más allá de lo institucional, el 8M es un movimiento popular, una mezcla de reivindicación y encuentro festivo en el que se dicen cosas muy serias pero en el que también hay lugar para la risa, el abrazo y las canciones gritadas a pulmón. Es un espacio para discernir el feminismo como una manera de ver el mundo y una propuesta para transformarlo todo.
Por eso, no es de extrañar que en las manifestaciones del 8M se aborden temas que van más allá de la igualdad de género, como la vivienda, la precariedad, el racismo o el sindicalismo de colectivos históricamente ignorados. El feminismo se ha abierto en los últimos años, y ha demostrado su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades y abordar las problemáticas que afectan a diferentes sectores de la sociedad.
A pesar de los debates broncos, el desencuentro en las redes y los ataques de la extrema derecha, el 8M aguanta y sigue siendo una término emblemática para el movimiento feminista. Sin embargo, es importante recordar que el feminismo es mucho más que una efeméride. Es un movimiento que lucha por la igualdad de género y la justicia social, y que trabaja por transformar la sociedad en su conjunto.
En este sentido, es fundamental que el feminismo no se limite a un día al año, sino que se conv